Hoy 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Y haciendo una pequeña reflexión, me pregunto, ¿que celebramos?
Uno de los acontecimientos que conmemora este día, es la muerte de 129 mujeres trabajadoras que perdían la vida quemadas por las bombas incendiarías que les fueron lanzadas, por el propio dueño de la fábrica, ante la negativa de abandonar el encierro, donde protestaban por sus condiciones laborales, reivindicaban un aumento de salario, y una reducción de la jornada laboral, de 10 horas diarias en lugar de 16.
No es un día para celebrar, porque, aunque sí que hemos conseguido algunos derechos más que entonces, aún seguimos sufriendo la desvalorización de nuestro trabajo, la discriminación laboral, mobbing maternal, solo por el hecho de ser mujer.
Sigue habiendo víctimas de redes de prostitución, seguimos sufrimos violaciones y abusos sexuales, acoso en el trabajo, agresiones verbales, y lo que es peor maltrato psíquico y físico, llegando a 52 muertes por violencia machista en lo que va de año, ocho más que en el mismo período del año pasado.
Si bien este día, no es para celebrar, alcemos nuestra voz, y recordémosle al mundo, que las mujeres no nos rendimos y que seguiremos trabajando por la igualdad.
Felicidades a todas a las que aún están y a las que no las dejaron estar.