Entre los 3 y los 6 años destaca una rápida maduración psicomotora y un particular espíritu de iniciativa, el pequeño de esta edad ve la vida como un juego. En consecuencia, sólo a través del juego se puede influir en él para, sin provocarle crisis de oposición, enseñarle la adquisición de algún hábito o comportamiento. No es aconsejable, pues darle órdenes violentas ni provocarle miedos absurdos: usar el diablo, las brujas, el lobo… para conseguir que el niño coma más y mejor, esto es contraproducente. Lo mismo podríamos decir de expresiones muy utilizadas tales como: “si no comes, mamá llora”; “tienes que comer más para que la abuelita no esté triste…”.
¿Cómo ofrecerle la comida al pequeño para que éste la acepte con satisfacción?
- Acercándonos a su fantasía. Si el niño empieza su periodo escolar, las letras atraerán gustosamente su atención. La sopa de letras puede ser muy adecuada para estos casos.
- El contraste de colores es, algo que llama poderosamente la atención de los más pequeños. Un puré de verduras, que normalmente es de un color verde-pardusco, no suele ser atractivo para un niño, sin embargo, basta espolvorear una yema de huevo cocido por encima, para que su aspecto sea mucho más agradable.
- La forma es otra cualidad que atrae a los niños. Por ejemplo la forma esférica es muy sugerente siempre que su tamaño sea más bien pequeño. Nada tiene de extraño que al niño le gusten más las croquetas redondas y pequeñas, que otras más grandes y ovaladas. Las primeras les sugiere un juego de pelotitas pequeñas, las segundas le hablan de cosas de mayores que aún no entiende.
- Si en la elaboración de cualquier tipo de sándwich o de hamburguesa se utilizan siempre panes con la miga y la corteza blandos, el niño lo agradecerá enormemente comiéndose todo.
- En ningún caso debe encubrirse la comida con otros alimentos, adornos u objetos que el pequeño no deba ingerir. Si se acompañan con estos alimentos, los asocia con su condición de comestibles y en un descuido podría comérselos.
- La textura de los alimentos, sobre todo en las primeras edades, es muy importante. Debe intentarse anteponer la cocción de los mismos a su color o aspecto. Asimismo, hay que tener presente que a los niños no les gusta la verdura o la pasta “al dente”, ni la carne poco hecha.
- A pesar de que a los niños les gusta mucho el sabor agridulce (ácido azucarado), es conveniente huir de los sabores radicales.
- Tanto por la seguridad del niño como por su propia comodidad, procure siempre que los alimentos no contengan tropezones, ni los purés hebras de verdura.
- En las primeras edades es muy importante la temperatura de los alimentos. Como los bebés se suelen abalanzar sobre la comida nada más verla, lo ideal es que la temperatura de los alimentos esté tirando a tibia y no demasiado caliente.
Así pues todas aquellas argucias que estimulen la fantasía del niño y le hagan vivir su comida como si de un juego se tratara, deberán ser utilizadas como ayuda complementaria en la alimentación infantil. No obstante estos estímulos externos no deben enmascarar el objetivo fundamental de la nutrición.