El golpe de calor y la insolación son dos de las situaciones médicas más frecuentes del verano. La subida excesiva de la temperatura puede sobrepasar la capacidad de adaptación del cuerpo al medioambiente. El golpe de calor es la respuesta del organismo a una agresión producida por el calor y no siempre por la relación prolongada con el sol. Insolación es la relación directa con el tiempo de exposición solar (sobre todo en la cabeza). Por lo demás el golpe de calor y la insolación no presentan diferencias en clínica y tratamiento; en realidad son dos caras de la misma moneda.
Las causas del golpe de calor y la insolación
Durante el ejercicio se libera calor y se produce un aumento de la temperatura que es rápidamente neutralizada por el organismo; por una parte por la dilatación de los capilares cutáneos para que así acuda más sangre a la superficie de la piel y sea más fácil la pérdida de calor y por otra parte por el hecho de que las glándulas sudoríparas aumentan la producción de sudor que al evaporarse enfrían el cuerpo. A todo ello se une un aumento del ritmo respiratorio con el objeto de eliminar más calor mediante la respiración.
En determinadas circunstancias, como por ejemplo calor intenso, humedad elevada en el ambiente o actividad intensa bajo el sol, este sistema de enfriamiento puede empezar a fallar, permitiendo que el calor se acumule hasta niveles peligrosos.
Si una persona se deshidrata y no puede sudar lo suficiente como para enfriar su cuerpo, su temperatura interna aumenta hasta niveles peligrosos, causando la insolación.
La insolación es la forma más habitual del golpe de calor, aunque en un ambiente cerrado de una casa o un automóvil también existe el golpe de calor. Los bebés y los niños más pequeños son muy sensibles a sufrir daños si están expuestos sin los debidos cuidados, a las altas temperaturas del verano. Los niños son más vulnerables por su menor grosor de la piel, menor capacidad para eliminar el calor por el sudor y por tener un grosor disminuido de los huesos de la bóveda del cráneo. Si se exponen a temperaturas muy elevadas corren el riesgo de perder abundantes líquidos corporales que conducen a deshidratación, a desarrollar un ‘golpe de calor’ que se produce cuando el organismo genera una cantidad de calor que no es capaz de eliminar por sus sistemas de refrigeración.
Para evitar problemas, los menores de seis meses no deben ir a la playa (no pueden recibir bloqueadores solares por la piel inmadura) y el peor horario de playa en la época calurosa es de 11,30 a 17 horas. El tiempo de instalación del golpe de calor e insolación va a depender de cada organismo, su estado de hidratación previa y el horario de exposición al sol.
Síntomas asociados al golpe de calor y la insolación
La insolación o acción directa del sol sobre zonas vitales del cuerpo, en especial la cabeza, puede producir un sobrecalentamiento del cerebro que conduce a que este no funcione correctamente. Situación similar a lo que sucede cuando una persona padece una fiebre muy alta.
Al inicio hay una elevación importante de la temperatura corporal (39ºC o más) y una abundante sudoración en la insolación, que cesa en el golpe de calor; en este caso la piel está seca, caliente, enrojecida pero no sudorosa.
- Congestión facial: rubicundez de la zona de las mejillas y la frente con la cara roja y caliente.
- Dolor de cabeza punzante sobre todo en la región frontal. En algunos casos tienen problemas para respirar y sensación de falta de aire.
- Fatiga, calambres musculares, náuseas y/o vómitos. Aumento de la frecuencia cardiaca, y en casos extremos confusión y pérdida de conocimiento.