Continuando con el artículo anterior, como trabajar el deseo erótico de la mujer ahora pasamos a la etapa en la que trabajarnos activamente nuestros deseos, para cuidarlos y mimarlos, como forma de autodescubrimiento y de crecimiento personal, tanto en el plano del cómo nos sentimos a nosotras mismas y del propio crecimiento erótico. Por todo ello, continuamos la aventura.
Existen personas deseantes y deseadas. Partimos de la base que tanto si eres hombre como si eres mujer eres deseante y desead@, aunque solemos tener una inclinación a alguna de las dos.
Es más frecuente que los hombres sean deseantes. Son ellos los que proponen un encuentro erótico, son los primeros en actuar, son los que desean. Y es más frecuente que las mujeres sean deseadas. Son más pasivas a la hora de proponer, de comenzar un encuentro… su disfrute está en sentirse deseada por la otra persona. Todos tenemos algo de los dos. En cualquier caso se pueden trabajar ambas.
Cuarta fase de superación
Para trabajar el ser deseadas, que nos miren con deseo, es algo conocido aunque cada cual tiene sus peculiaridades.
Es frecuente que una mujer que quiera sentirse deseada invierta tiempo y esfuerzo en su aspecto. Lo importante del proceso de engalanarse, no es tan importante el resultado como la sensación que te produce el resultado. Cuando una mujer se arregla puede cuidar su depilación, ponerse crema hidratante, usar ropa interior sexy, escoger una ropa con la que se sienta atractiva, maquillarse, peinarse, perfume…
Hay muchas opciones a nuestra disposición, lo importante es mirarte al espejo y querer comerte a besos.
Esto funciona muy bien en algunas temporadas (todas las tenemos) donde nos sentimos menos deseables. Así que si esto sucede dedícate un día a ti y empieza a moverte para cambiar eso.
Quinta fase de superación
Los deseos eróticos no son algo estanco con lo que nacemos y que ahí está a nuestra disposición, sino que es algo que podemos trabajar de forma activa.
En esta etapa es importante diferenciar entre deseo y fantasía. Los deseos lo forman todo aquello que ya hemos hecho o que queremos realizar. Las fantasías las componen aquellas cosas en las que pensamos o imaginamos, que nos activan eróticamente, pero que no queremos realizarlas. Por ejemplo, podemos fantasear con un encuentro erótico con muchas personas y disfrutar pensando en ello pero no nos gustaría ni disfrutaríamos si lo lleváramos a la vida real.
Para movilizar nuestra parte deseante podemos trabajar deseos y fantasías. Un juego sencillo consiste en cuando tienes que ir de un sitio a otro (mejor si es en autobús, metro, tren…) fijarte en las personas que te rodean. Ve persona por persona e imagina un encuentro erótico con esa persona. ¿Qué le harías?¿Qué te gustaría que te hiciera?¿En qué sitio?¿De qué forma?… Da igual que la persona te guste o no, solo es fantasía. Lo que haces con este juego es trabajar la imaginación y produce una activación erótica, lo que atañe a una regla básica del campo de la sexualidad “a más, más y a menos, menos”. Cuanto más hablemos, practiquemos, leamos, pensemos… más ganas habrá. Y ten presente que también puede suceder al contrario… ¡No lo permitas!
Sexta fase de superación
Otra buena forma de movilizar el deseo en la mujer es a través de la literatura erótica. Esto se debe a que solemos disfrutar del proceso de la generación de “tensión sexual”. Que es un disfrute más amplio que el que está solo centrado en el encuentro erótico en sí.
Una buena forma es ir a una librería, buscar un libro que te llame la atención, leer la contraportada y comprobar si nos atrae o no. En este punto hay que considerar que algunos de los libros movilizarán nuestros deseos y otros nuestra fantasía. Podremos leer cosas que queramos hacer y otras con las que podamos disfrutar imaginándolo.
*Consejo* Frecuentemente en las librerías podrás encontrar este género en literatura romántica. Claramente es un eufemismo, porque en la erótica, que exista o no una relación amorosa es opcional. Y en la literatura romántica, amor, lo que es amor entendido como una relación de amor romántico (el amor basado en la idealización de la otra persona, donde lo importante son los sentimientos y la máxima es compartir lecho sin contacto carnal) no existe.