Cuando al pequeño lo llevemos fuera del hogar, es conveniente cubrir sus pies con zapatos livianos por ejemplo de lana u otro material similar que los proteja de la fricción y que les mantenga la temperatura corporal.
En la etapa que va desde el nacimiento hasta el comienzo del gateo, el niño no precisa el calzado, es más, lo ideal es mantener el pie descalzo. En el caso de que el ambiente sea frío pueden usarse patucos o calcetines.
Cuando el lactante empieza a gatear, el calzado debe tener una suela flexible con un grosor de unos 3 milímetros y llevará protección en la puntera y el talón para evitar traumatismos.
Cuando el niño comienza a andar, el zapato debe permitir un movimiento del pie y de sus articulaciones lo más natural posible cumpliendo, por supuesto, su función protectora.
Debemos olvidar la idea de que el zapato debe modelar y corregir el pie. El zapato no ayuda al niño a aprender a caminar.
El niño en sus primeros momentos de vida utiliza sus pies para sentir y palpar así reconoce el mundo que lo rodea.
Entre los doce y dieciséis meses de edad, comienza la etapa de la deambulación y no es necesario que utilice un calzado debido a la información táctil que le generan sus pies, que mientras más libre esté mayor será su capacidad sensitiva y no se sentirá coartado por el encierro y la oscuridad.
El calzado usado no debe ser muy grande o muy chico ni tampoco que sean modelos no adaptados a la edad del pequeño, ya que puede resultar muy dañino para esos piececitos en plena formación.
Es de suma importancia no forzar al niño a caminar antes de tiempo, ya que su aparato músculo esquelético no está preparado para ello y se pueden provocar alteraciones ortopédicas como el pie plano.
Traspasar o ceder el calzado de un hermano a otro también es perjudicial debido a que existen puntos de apoyo que son diferentes entre persona y persona, lo cual puede provocar lesiones y alteraciones diversas.
Requisitos del calzado infantil
La caña debe ser blanda y envolver con suavidad el cuello del pie, no ofreciendo ningún obstáculo al movimiento de la articulación tibiotarsiana.
A nivel de la zona posterior del talón deberá tener un contrafuerte sólido que no sobrepase el nivel de la articulación subastragalina.
La puntera será alta de manera que no impida el movimiento de los dedos; pero dicha puntera estará protegida mediante un refuerzo que resguarde los dedos de los golpes ocasionales.
La suela, a nivel de las articulaciones metatarsianas será flexible tanto como para doblarla sin dificultad y lo bastante gruesa como para poder amortiguar las limitaciones del terreno.
El calzado deberá ser siempre de cuero, jamás de material sintético.
Forrado y acolchado por dentro, sin costuras sobresalientes que puedan provocar alguna herida.
Suela de goma antideslizante para evitar caídas.
Características que debemos tener en cuenta
- Longitud. Al ir a comprar un zapato, el niño debe estar presente pues la longitud del zapato debe ser de 1 a 1,5 centímetros mayor que el dedo más largo. Debemos evitar un zapato muy grande pues puede dificultar la deambulación. Se cambiará el calzado conforme vaya creciendo el pie, antes de que los dedos lleguen a la puntera.
- Suela. La suela debe ser flexible en el antepié y firme en la parte posterior. El material empleado es preferible que sea de cuero, aunque puede ser de goma. Su grosor será de unos 4 milímetros. No debe resbalar pero su adherencia al terreno no debe ser excesiva.
- Contrafuerte. El contrafuerte debe ser firme, pero permitiendo el movimiento libre de la articulación del tobillo. Evitaremos las botas de caña alta.
- Tacón. El tacón no es necesario e, incluso, puede ser perjudicial si fuerza la marcha de puntillas. En todo caso, debe tener el menor espesor posible y su forma en la parte anterior debe ser recta, sin prolongación en su parte interna.
- Puntera. La puntera debe ser amplia y cuadrangular para permitir el movimiento libre de los dedos. Debe estar reforzada para amortiguar los golpes.
- Plantilla. La plantilla debe ser plana, sin ningún tipo de corrección.
- Parte superior. La parte superior del zapato debe estar fabricado con un material poroso, que permita una buena aireación del pie. Su cierre puede ser con cordones, velcro o hebilla. Los zapatos no deben ser pesados. No deben usarse los zapatos usados de hermanos u otros niños que hayan perdido su forma original.
En el adolescente
En el adolescente el mejor calzado es aquel capaz de absorber los impactos debidos a la gran actividad física que éstos realizan.
No hay inconveniente en que usen zapatillas de deporte si cumplen los requisitos antes expuestos.
El principal problema del calzado deportivo es que no permita una buena transpiración del pie y que la sudoración excesiva predisponga a la maceración de la piel y a la infecciones por hongos.