La respuesta es simple: para rebajar, tienes que tomar la decisión de hacerlo, lo cual requiere trabajo y determinación.
Aunque ésta puede parecer una afirmación simplista, encierra una de las mayores verdades sobre el control del peso. Las personas realmente decididas a controlar su peso no solamente buscan las mejores herramientas para hacerlo, sino que cuentan con la actitud correcta que contribuye a que todos sus esfuerzos produzcan un resultado positivo.
Indispensable estar ciertamente decidido
Cuando una persona está sinceramente decidida a buscar una figura corporal con la cual sentirse satisfecho, consigue la mejor manera de hacerlo (no la más fácil), y toma las medidas necesarias (no las que le sean más cómodas). Está más dispuesta a aceptar la idea de que la solución no está en hacer dieta, sino en modificar aquellos aspectos fundamentales de su estilo de vida que harán posible obtener el beneficio que espera. De esta manera, puede mantener su figura corporal indefinidamente.
Cuando una persona está verdaderamente decidida a perder esos kilos que considera que le sobran, sin darse cuenta, lleva su vida de tal manera que todo lo que hace representa una contribución al logro del objetivo propuesto. Así, toma conciencia de que, a veces sin tener deseos, se comía unos caramelos que, en realidad, no le hacían falta, y ahora no lo hace; en la mesa se pregunta si realmente tiene tanta hambre como para servirse una segunda vez y es capaz de controlar ese acto automático que hasta ayer era parte de su rutina alimentaria; se decide con entusiasmo a estacionar el automóvil un poco más lejos o a tomar la escalera en vez del ascensor cuando son pocos los pisos que tiene que subir.
Mucho más que dieta
No es lo mismo tomar la decisión de hacer dieta que estar auténticamente decidido a alcanzar esa figura a la que cada cual aspira.
Antes de comenzar un programa para el control del peso, debes plantearte sinceramente un objetivo y preguntarte si estás verdaderamente decidida a alcanzarlo, dejándote llevar por la agradable emoción que produce hacer bien las cosas.
Hay una sola manera de hacer todas las cosas, bien hechas.