Partos prematuros, menor peso del bebé… son algunas de las posibilidades cuando un alto nivel de estrés hace aparición. La meditación y el yoga dirigido a embarazadas contribuyen de forma muy positiva a reducir los niveles de estrés.
El embarazo es un tiempo estresante en sí mismo. Al tobogán hormonal se unen las molestias propias de la gestación, una vulnerabilidad emocional descarnada y la inquietud porque todo salga bien. Si a eso unimos las demandas de la vida actual, el cóctel está servido: el estrés se dispara e incluso se hace crónico. Mala idea: un nivel alto de estrés se traduce en una mayor probabilidad de parto prematuro y menor peso del bebé. Pero tampoco se trata de enloquecer por un poco de estrés… Un nivel bajo de estrés es perfectamente normal, pero a la mínima señal de angustia, se imponen medidas para contrarrestarlo.
Hay que evitar caer en formas negativas de combatir el estrés tales como comer comida basura, fumar o aislarse de la gente. Ahora más que nunca, es importante llevar un estilo de vida saludable, con horarios regulados, una actividad física moderada y una alimentación sana. Es vital crear un tiempo para una misma, ¡es una absoluta prioridad! Los masajes son también una forma sentirse mejor, física y psíquicamente, ya que este tipo de actividades liberan endorfinas y serotonina que inducen al bienestar y a la relajación.
Técnicas como la meditación o el yoga (lógicamente, adaptado a embarazadas) contribuyen de forma muy positiva a rebajar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Una idea tan eficaz como sencilla es, simplemente, aislarse durante cinco minutos e inspirar y espirar lenta, profunda y pausadamente, concentrándose tan sólo en la respiración, ¡un oasis de calma que todos llevamos dentro!
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