La práctica del ejercicio debe entenderse como un hábito de vida al que hay que dedicarle un tiempo más o menos fijo a lo largo de la semana.
Pocos resultados notaremos y sólo se practica ejercicio intenso un día y no volvemos a hacerlo en mucho tiempo.
Algo muy parecido nos va a ocurrir si detenemos la actividad física durante el verano, cuando retomemos en otoño, tendremos que hacerlo con mayor esfuerzo, es decir, nos costará más.
El cansancio acumulado, las altas temperaturas, después de un intenso año laboral y la ausencia de trabajo y de obligaciones durante los meses de verano son algunos de los motivos que pueden llevarnos a abandonar el ejercicio.
Por tanto, si es preciso te recomendamos cambiar de actividad, de modo que el ejercicio no resulte tan agotador y se ajuste más a tus necesidades.
El ejercicio presenta múltiples beneficios: contribuye a quemar la grasa, mejora la fuerza muscular y ayuda a mantener la masa ósea.