El secado
Tras el baño, procederemos a secar al niño con una toalla, frotando con suavidad su piel y teniendo especial cuidado con los pliegues, ya que en ellos la piel, si no está seca, puede macerarse y favorecer la aparición de dermatitis e infecciones por hongos.
Insistiremos también en la limpieza de ojos y orejas en las que es más fácil la acumulación de secreciones. No se deben usar bastoncillos de algodón para limpiar las orejas por el peligro de provocar lesiones en el conducto auditivo externo e, incluso, en el tímpano.