Una nueva teoría postula que la clave de la enfermedad podría radicar en un exceso de elementos oxidantes.
La fibromialgia es uno de los problemas sanitarios más actuales en los países en desarrollo. Además del dolor, se contemplan una serie de trastornos que todavía empeoran más la calidad de vida de los afectados. Algunas evidencias sugieren que los pacientes con fibromialgia emiten respuestas anormales de transmisión del dolor pero su origen todavía permanece incierto.
En el último año, Martin L. Pall, profesor de bioquímica en la Universidad Washington State (EE.UU.), ha provocado expectativa en la comunidad científica proponiendo una nueva teoría que podría ser responsable de la fibromialgia, el síndrome de la fatiga crónica, la sensibilidad química múltiple y el desorden de estrés postraumático. Pall afirma que la base de estos desórdenes podría estar en altos niveles de oxidantes que afectarían a diferentes tejidos, lo que explicaría la gran variedad de síntomas.
El núcleo del problema radica en el óxido nítrico (NO), un compuesto bioquímico que interviene en nuestra fisiología a varios niveles. La teoría propone que uno de los productos derivados del NO, el peroxinitrito, es un potente oxidante que provoca un ciclo vicioso bioquímico, causa de las enfermedades.
Elementos «estresores»
Pero, ¿qué es lo que provoca esta anomalía en el ciclo? Según Pall, ciertos elementos a los que podríamos calificar como «estresores» podrían actuar como desencadenantes de las distintas enfermedades. Estos «estresores» son de diversa naturaleza e incluyen infecciones, exposición a ciertos tipos de pesticidas o a disolventes orgánicos (en la sensibilidad química múltiple), traumas físicos (en la fibromialgia y el síndrome de estrés postraumático) o un importante estrés psicológico en cualquiera de ellos.
Suplementos antioxidantes como la vitamina C, el selenio, la vitamina E, los omega 3 y los flavonoides podrían ayudar a regular la fibromialgia.
Estos elementos incrementarían el nivel de NO, poniendo en marcha su ciclo y originando cada una de estas enfermedades. Este mecanismo común explicaría por qué estas enfermedades a menudo se dan a la vez en un mismo individuo y por qué las sufren con mayor frecuencia personas con otras patologías como asma, migraña o algunos trastornos autoinmunes. Los síntomas y signos de estas enfermedades son generados por los elementos del ciclo: los oxidantes actúan a nivel local ya que, al tener una vida muy corta, no se desplazan muy lejos desde donde son producidos hasta que son destruidos. Así, en diferentes individuos pueden verse afectados diferentes tejidos; la misma enfermedad con síntomas diferentes.
Pall considera que los suplementos antioxidantes podrían ayudar a regular este trastorno. La mayoría de estos agentes son nutricionales, pero también existen productos farmacéuticos convencionales y fitoterapia. En la lista aparecen, entre otros, la vitamina C, el selenio, la vitamina E, los omega 3, el magnesio, la vitamina B y los flavonoides. Algunos de ellos han mostrado en estudios científicos que producen mejorías significantes en estas enfermedades mientras que otros pueden ser útiles como coadyuvantes, aunque se necesita más evidencia que lo corrobore.
Más allá del dolor
El dolor es el síntoma más conocido y destacado en la fibromialgia. Se trata de un dolor persistente en músculos y articulaciones que puede localizarse en cualquier punto, aunque suele ser más intenso en la zona cervical, espalda, rodillas, codos y glúteos. Más allá del dolor, son frecuentes otros trastornos que comprometen de forma importante la calidad de vida de la persona afectada. La fatiga es otro de los síntomas característicos que aparece con mucha frecuencia. Muchos pacientes se cansan fácilmente y tienen menor resistencia al esfuerzo.
Este tipo de cansancio es parecido al del síndrome de fatiga crónica, trastorno que con elevada frecuencia se presenta asociado a la fibromialgia. En la práctica clínica se observa que personas con fibromialgia también tienen síntomas de fatiga crónica y viceversa. Debido a esto, algunos expertos creen que las dos dolencias están relacionadas o que podrían ser variaciones de una misma enfermedad. Los trastornos del sueño también están a la orden del día. El sueño suele ser ligero y poco reparador, con despertares frecuentes. A menudo estas personas se levantan sintiéndose cansadas, incluso después de haber dormido durante toda la noche.
Estos trastornos del sueño pueden acompañarse de sensación de embotamiento y torpeza mental con dificultad para concentrarse incluso realizando tareas mentales sencillas. Este problema es oscilante y no suele agravarse con el tiempo. Asimismo, la fibromialgia se asocia a cambios de humor, irritabilidad y ansiedad, y son frecuentes los síntomas depresivos. Esto ha llevado a considerar la posibilidad de que la enfermedad sea causada por estos trastornos, aunque hay que tener en cuenta que muchas personas que padecen enfermedades crónicas se sienten en ocasiones deprimidas por las molestias que experimentan.
Los individuos afectados también refieren cefalea, dolor abdominal con oscilaciones en el ritmo deposicional (periodos de estreñimiento y diarrea), molestias en la vejiga urinaria y dolor torácico con palpitaciones y sensación de falta de aire. Esta sintomatología, un tanto abigarrada y oscilante, provoca a menudo que los pacientes padezcan un calvario de exploraciones y visitas a distintos especialistas antes de que pueda establecerse el diagnostico definitivo. No es infrecuente que se cataloguen como cuadros de ansiedad, con el consiguiente retraso en el establecimiento de un tratamiento apropiado.
De difícil tratamiento
Uno de los retos a los que se enfrenta este trastorno es el de encontrar un tratamiento eficaz. La variedad de opciones terapéuticas disponibles hace suponer que, probablemente, todavía se esté lejos de haberlo encontrado. Un grupo de investigadores aragoneses ha realizado un estudio en el que se analiza la eficacia de diferentes tratamientos de la fibromialgia. El trabajo, publicado en la revista «Artritis Research Therapy», se ha basado en el análisis de los resultados de 33 estudios con diversas opciones terapéuticas realizados en más de 7.700 pacientes de 11 países diferentes.
Las conclusiones del trabajo corroboran la dificultad en el manejo de esta patología ya que todos los tratamientos que se utilizan en la actualidad tienen sólo una eficacia moderada: gracias a ellos se consigue que más de la mitad de los pacientes puedan seguir trabajando, pero que no mejoran al cien por cien. Asimismo, ninguna terapia sobresale en eficacia por encima de las otras y la mejor opción parece ser la combinación de fármacos (analgésicos y antidepresivos) con métodos psicológicos y físicos (ejercicio y masajes, entre otros).
Una de las claves del éxito terapéutico es la rapidez del diagnóstico y la edad del paciente. En concreto, los mejores resultados se obtienen con aquellos individuos menores de 40 años y en los que reciben tratamiento antes de dos o tres años después de ser diagnosticados. En el estudio también se analiza el grado de mejoría de los pacientes dependiendo de si se han tratado en unidades especiales o en atención primaria, sin que se constaten diferencias. En general, existe escasez de unidades específicas de fibromialgia. España sólo dispone de tres unidades, lo que recibe numerosas quejas de los afectados. Sin embargo, los autores del estudio creen que la mayoría de los tratamientos son accesibles para un medico de familia, de modo que éste puede atender perfectamente a la gran mayoría de pacientes.
La fibromialgia es una enfermedad emergente, objetivo de muchos estudios con el fin de encontrar la mejor opción terapéutica. Recientemente se ha aprobado un nuevo fármaco. Se trata del antidepresivo duloxetine que actúa sobre los neurotransmisores cerebrales, regulando sus niveles. Se ha demostrado su eficacia en diversos ensayos clínicos, aunque todavía no se puede considerar un tratamiento específico para esta patología.