Existen factores externos que pueden acelerar el envejecimiento de su piel. Tome nota, porque puede poner remedio, al menos, en algunos de ellos.
- El sol. Es uno de los mayores enemigos de nuestra piel cuando nos exponemos a él en exceso y sin protección. ¿Sus efectos? Pérdida de elasticidad, firmeza, luminosidad, arrugas marcadas, aparición de mancha.
- El tabaco. La piel de una fumadora tiene mucha mayor tendencia a deshidratarse, así como una deficiencia crónica de vitaminas y minerales, en particular vitamina C. Como el riego sanguíneo es más deficitario, la piel aparece apagada, castigada y falta de vida. Cada cigarrillo supone una triple agresión contra la piel: genera radicales libres, disminuye el aporte de oxígeno a las células y provoca arrugas en el labio debido al gesto de succión del pitillo. Buenas razones para dejarlo, ¿no cree?
- La mala alimentación. Es otro de los aspectos básicos que también se refleja en nuestra piel. Comer de forma desequilibrada o consumir grasas animales en exceso son factores que multiplican los radicales libres y perturban la microcirculación. Por el contrario, las vitaminas son aliadas naturales de la piel. Seguir una dieta natural y rica en frutas y verduras proporciona al organismo vitalidad, bienestar y belleza.
- La contaminación. El humo de los coches y las partículas contaminantes que hay en la atmósfera pueden acelerar la producción de radicales libres, principales responsables del envejecimiento. Y, además, ralentizan la renovación celular y producen irritaciones en la piel.
- El estrés. No se puede negar que una etapa de estrés puede afectar, y de qué manera, a nuestra piel. La cara es el espejo del alma, reza un dicho popular, una verdad más que probada, pues el estado psíquico de cada persona también se refleja en la piel, que aparece apagada.
- Dormir poco. Si el estrés no le va bien al cutis, tampoco la falta de horas de sueño. El descanso nocturno es fundamental para prevenir el envejecimiento prematuro porque durante este periodo el organismo limita al mínimo la producción de radicales y al mismo tiempo elimina o neutraliza aquellos que se han producido.
- La falta de hidratación. No nos cansamos de repetirlo: el cuerpo necesita agua: es necesario beber, como mínimo, un litro y medio de agua diario. No sólo lo notará su salud, sino también su piel.
- El alcohol. Tomar un poco de vino en las comidas o una copa de forma ocasional no daña a la piel, pero la ingesta regular de alcohol acaba provocando deshidratación y flacidez, además de agravar los problemas de los cutis sensibles y/o con cuperosis. El alcohol y también el café, por ejemplo, atacan directamente a la elastina y al colágeno de la piel.