El calor que azota estos días tienen como consecuencia la falta de sueño, las calles vacías y que la venta de helados y de cubitos de hielo se haya disparado. Pero esto son sólo anécdotas en comparación con los serios problemas de salud que puede acarrear semejante aumento de la temperatura. El más importante, el golpe de calor que ya ha causado en España numerosas muertes este verano.
Este choque se produce porque los centros de regulación de la temperatura del cuerpo alcanzan su límite. Cuando nuestro organismo detecta un aumento de la temperatura pone en funcionamiento un sistema de refrigeración que consiste en la dilatación de los vasos sanguíneos superficiales para aumentar el flujo de sangre hacia las zonas externas y así ‘refrescarla’ y en un aumento de la sudoración. Pero cuando se hace ejercicio a temperaturas muy altas, el calor supera a los 30ºC o se ha estado mucho tiempo al sol este sistema ‘no puede más’ y es entonces cuando se produce el golpe de calor.
Las consecuencias de éste trastorno son una sensación de fatiga y abatimiento, mayor frecuencia del pulso, piel seca y caliente y fuertes dolores de cabeza que pueden llegar a derivar en el desmayo. Pero, ¿cómo pueden derivar estos síntomas en la muerte?
El cuerpo reacciona en un primer momento mediante la sudoración, lo que disminuye el agua en la sangre bajando el volúmen sanguíneo disponible en la circulación reduciéndose la transferencia de calor al exterior através de la piel. Como consecuencia de esto la cantidad de sangre bombeada por el corazón en cada latido desciende, la velocidad cardiaca aumenta (para mantener el gasto cardiaco) y disminuye el aporte de sangre a la piel. En caso de estar haciendo algún tipo de deporte o actividad física la temperatura corporal se eleva de manera constante. Todas las funciones ‘normales’ del cuerpo se ven alteradas.
Para acabar con el problema a tiempo hay que actuar rápido, transladando a la persona que muestre los síntomas a un lugar fresco y bien ventilado, aunque evitando un cambio demasiado violento de temperatura. Si es posible, se ha de envolver a la persona en una sábana humeda o, al menos, ponerle compresas de agua fría en la frente y la nuca. Recostada con la cabeza en alto y las rodillas dobladas, el enfermo ha de beber poco a poco agua con sal o glucosa y zumos de frutas.
Si el problema no encuentra solución antes de una hora y el paciente no es trasladado inmediatamente a un hospital se puede producir una afectación grave del sistema nervioso central, que se caracteriza por producir una fuerte confusión, convulsiones y pérdida de conciencia. Otras complicaciones graves son una bajada de tensión brusca o un mal funcionamiento del riñón. Todo esto sumado a otras posibles patologías del afectado pueden provocar que el golpe de calor se convierta en un golpe mortal.
Este transtorno afecta a personas de todas las edades, pero los niños y ancianos requieren una atención especial, ya que no tienen tanta facilidad para sentir la sed y es más fácil que sufran una deshidratación, lo que hace que el peligro aumente.