Las bolsas y las ojeras, tres de las secuelas más temidas del paso de los años, pueden evidenciar desde el estado general de una persona, incluido su ánimo y cantidad y calidad de sueño, hasta sus gestos habituales.
El contorno de los ojos es la segunda piel más delicada y delgada del cuerpo, después de la de los genitales, y por su fragilidad hay que cuidarla con productos especiales. Incluye los párpados y la piel que está debajo y al lado de los ojos. Es una zona poco grasosa porque no tiene glándulas sebáceas, salvo las que están dentro del párpado, y está relativamente protegida por las cejas y las pestañas, que filtran lo que escurre de la frente y hacen un poco de sombra.
Dentro del contorno hay dos tipos de músculos: los de parpadear, que son muy veloces y aguantan mucho trabajo, pese a que carecen de fuerza, y los del rededor de los ojos, que son de movimiento voluntario y funcionan cuando una persona se ríe o gesticula. Estos últimos son los que se van cansando con el tiempo, y generan líneas de expresión y posibles bolsas alrededor, las cuales se forman por acumulación de la grasa que rodea al ojo. No siempre la edad marca estas líneas, ya que pueden ser determinadas por factores genéticos, la exposición al sol o la falta de cuidados desde joven. Cuando las bolsas son tenues o iníciales, se pueden tratar con compresas de agua fría para ayudar a contraer el músculo y el tejido graso. Cuando son avanzadas y protuberantes, la única solución efectiva es una cirugía plástica para extirparlas; las cremas no son efectivas, según algunos dermatólogos.
Entre tanto, las ojeras se producen por la hiperpigmentación del área. «Esta puede ser causada por factores genéticos de cada raza -los árabes y los indios, por ejemplo, las tienen muy marcadas-; porque los glóbulos rojos se salen de los vasos sanguíneos y tatúan la zona paulatinamente, o por una inflamación derivada de productos cosméticos o medicamentos». Hay cremas especiales que atenúan las ojeras, siempre y cuando no sean raciales; a veces se emplea el láser.
Otra de las alteraciones que puede sufrirse es la dermatitis seborreica de los párpados, conocida como caspa en las pestañas. Es una inflamación con descamaciones de la piel de esta zona. En este caso, se debe limpiar el área con productos suaves especializados para párpados, y luego aplicar, bajo indicación médica, desinflamatorios, como corticoides de muy baja potencia.
Los expertos recomiendan que hacia los 20 años se empiece el cuidado del contorno de los ojos, para suplir la pérdida de sustancias como el colágeno y la elastina. Para eso existen en el mercado cientos de productos específicos con fórmulas que se adaptan a cada tipo de piel, con el objetivo de hidratarla, nutrirla, suavizarla y protegerla. La mayoría tienen un ligero efecto tensor y son calmantes, descongestionantes y reafirmantes. Antes de usarlos conviene probarlos en otra parte del cuerpo -como detrás de las orejas o en el antebrazo- para evaluar su reacción; si se presenta algún problema dermatológico u oftalmológico, hay que suspender la aplicación y consultar.