Un estudio de la Universidad Miguel Hernández de Elche puede acabar con la era del tupper (no de una marca concreta, sino de algunos envases), pues demuestra que ciertos plásticos, sometidos a las altas temperaturas de los microondas, pueden provocar graves daños en la salud.
Tienen efectos en el sistema nervioso, propensión al cáncer, la estirilidad, etc.
El científico Ángel Nadal coordina esta investigación sobre los plásticos de policarbonato como el bisfenol A, que están en numerosos objetos de nuestra vida cotidiana, como las fiambreras (de plástico duro y transparente), en cañerías, botellas de agua e incluso los biberones de los niños pequeños. Se identifican por tener un número 7 grabado en su base.
Estas sustancias «se hacen pasar por hormonas en nuestro organismo, por ello se les llama también disruptores endocrinos».
Este material se identifica con un 7 grabado en su base.
Entre otros efectos, la exposición a esta sustancia y otras como los talatos, produce alteraciones en el sistema nervioso, en las neuronas, en las mamas (propensión al cáncer), esterilidad, diabetes o dolencias cardiacas, e incluso se han relacionado con el cada vez más frecuente cáncer en los testículos.
Además, para que estos componentes resulten dañinos «no hace falta consumir demasiada cantidad, y otros estudios confirman que el 95% de los estadounidenses tienen estos tóxicos en la orina», asegura Nadal.
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