El invierno ataca, este año más que nunca de la mano de Filomena, el temporal que ha dejado bajo mínimos las temperaturas, lo que hace que tengamos que esmerarnos aún más en el cuidado de nuestra piel.
Nieve, sol, temperaturas muy bajas, calefacción… son los grandes enemigos de la piel, ya que la provocan deshidratación, sequedad y capilares a la vista.
Por eso es imprescindible, con estas condiciones meteorológicas, proteger la piel y las zonas más sensibles expuestas al frío.
Hoy La Dra. Beatriz Estébanez, médico estético de Clínica Menorca, nos da todos los datos, para que entendamos muy bien, como daña el sol, las inclemencias del tiempo, dañan nuestra piel y como podemos evitarlo.
- Radiación solar:
La energía lumínica que llega a la tierra se clasifica en tres tipos: la radiación ultravioleta (UV) la de mayor energía; la luz visible que observamos como colores; y la infrarroja (IR) que es la de menor energía y responsable del calor. La energía que llega al nivel del mar es de un 49% IR, un 42% luz visible y un 9% UV, aproximadamente. La radiación ultravioleta emitida por el sol se divide en UVA, UVB Y UVC. La atmósfera terrestre absorbe gran parte de esta radiación, el 99% de los UV que llegan a la superficie de la tierra son del tipo UVA y el 1% UVB. La UVC, la más peligrosa para la salud es absorbida al 100% por el oxígeno y el ozono de la atmósfera.
- Rayos UVA:
Los rayos UVA atraviesan la epidermis y llegan a la dermis. Broncean nuestra piel por la oxidación de la melanina, pero al mismo tiempo son los principales causantes del envejecimiento prematuro pues deterioran la elastina y el colágeno, proteínas responsables de la textura, la elasticidad y la firmeza. Además, son la causa de la aparición de manchas solares. Agotan nuestro capital solar, es decir, el sistema de autodefensa frente a la exposición solar y elevan las posibilidades de melanoma.
- Rayos UVB:
Los rayos UVB penetran poco en la piel, pero son mucho más peligrosos, con tan solo una breve exposición pueden causarnos quemaduras, eritemas, enrojecimiento y aumentan el riesgo de cáncer cutáneo no melanoma. Producen melanina, por lo que mantienen el bronceado de la piel a largo plazo. Tanto los UVA como los UVB tienen energía suficiente para romper los enlaces de las moléculas y generar radicales libres que, a su vez, modifican el ADN y la hacen potencialmente cancerígena.
- Rayos IR-A:
El 45% de la radiación solar es de tipo infrarroja y es la principal causante de que se produzca la comentada síntesis de vitaminas en nuestro organismo, en concreto la de la vitamina D, pero diversos estudios han avalado que una sobreexposición a estos rayos causa a largo plazo un aumento de posibilidad de adquirir un cáncer de piel además de contribuir activamente al fotoenvejecimiento.
¿Qué protector utilizar para proteger la piel?
Para proteger la piel del rostro y de las manos de la incidencia de los rayos solares sobre la nieve, hay que utilizar un protector con un SPF 50+ como mínimo, sobre todo si hay manchas en la piel, una piel clara o sensible, si se toman anticonceptivos orales o algún fármaco fotosensibilizante.
Hay que aplicarlo antes de salir de casa y si se va a estar mucho tiempo expuesto, repetir la aplicación cada 2 horas.
¿Como afecta a la piel, el frio y los cambios de temperatura?
Con estas temperaturas bajo cero en el exterior, la sequedad del ambiente a causa de las calefacciones en el interior, y los cambios bruscos de temperatura, la producción de grasa disminuye, y al fallar la protección, la piel del rostro y de las manos, que son las más expuestas, se deshidratan al no poder retener la humedad, especialmente en las pieles secas, sensibles o con alguna patología como rosácea o dermatitis.
No os perdáis el siguiente post, donde la Dra. Beatriz Estébanez, médico estético de Clínica Menorca, nos va a contar como proteger y cuidar la piel en invierno.