Es importante limitar el consumo de grasas animales como la mantequilla, el tocino, la manteca, etc. y sustituirlas por grasas vegetales como el aceite de oliva o de semillas como girasol.
También es importante reducir el consumo de carnes y embutidos. Evite el beicon y las salchichas. Las piezas de carne de cerdo y ternera deben ser magras, es decir, libres de grasa visible. El jamón serrano magro tiene también poca grasa. El pollo, el pavo, el conejo, la liebre, la perdiz, la codorniz, el cabrito… son carnes con poca grasa si tenemos la precaución de quitarles la piel.
Reducir el consumo de alimentos ricos en colesterol como las vísceras (sesos, hígado, riñones, mollejas, callos) y los mariscos. Los huevos debemos reducirlos a tres o cuatro a la semana pero sin llegar a eliminarlos de nuestra dieta ya que son un alimento muy completo. La clara del huevo o el merengue puede tomarse sin problema.
La leche es uno de los alimentos más completos y, por ello, también aporta cierta cantidad de grasa. Si se toma mucha es conveniente elegir leche desnatada o semidesnatada. Elija igualmente los yogures semidesnatados o desnatados.
Una excelente opción es tomar leche enriquecida en ácidos grasos omega tres, en la que se ha eliminado la grasa saturada y se le han añadido ácidos grasos omega-3.
Con ello obtenemos doble beneficio: por un lado, eliminamos de nuestra dieta esta fuente de grasas saturadas y, por otro, estamos incorporando ácidos grasos omega-3, que son cardiosaludables y reducen los niveles de colesterol y triglicéridos.
Reducir el consumo de quesos curados, no tomándolos más de dos veces por semana. Es preferible el consumo de queso blanco o quesos descremados.
Beneficios: Los ácidos grasos Omega 3 reducen el colesterol