Toma una dieta depurativa. Nada de hartarse a comer las sobras del cordero y los langostinos de la cena de fin de año. Espárragos, carne y pescados a la plancha, o un caldito de verduras, te ayudarán a reponerte.
Durante el día podemos comer legumbres, cereales, frutos secos, leche y carne.
Bebe mucha agua. La falta del líquido elemento en nuestro organismo es la causante del dolor de cabeza y la sensación de sed que nos invade en este estado. Hay que reponer los líquidos perdidos por la ingesta de alcohol.
La vitamina C es muy buena, de ahí que siempre se haya recomendado beber zumo de tomate, también seria útil un zumo de naranja o fruta reseca.
Para el dolor de cabeza, lo mejor la aspirina.
Duerme y descansa. Una buena siesta lo cura todo.
Una receta de la abuela para la resaca: mezcla lechuga, kiwi y pomelo en la licuadora y beberlo todo relajadamente hasta que remita el temporal. Como habíamos dicho, la vitamina C es nuestra mejor aliada.
Combatir la resaca con alcohol no es conveniente. Lo primero que pensamos cuando nos levantamos con ‘resacón’ es en llegar hasta el grifo. Y es que el alcohol deja fuera de combate a una hormona antidiurética que controla el nivel de líquidos en el cuerpo ordenando al riñón que reabsorba agua de la orina. Nuestro riñón entonces empieza a eliminar más agua de la que tomamos, por lo que el organismo la busca en otros órganos y nos provoca esa sensación extrema de sed.
¿Quién está amartillando mi cabeza?
La principal consecuencia de que el riñón elimine tanta agua es la sensación extrema de sed pero, además, la búsqueda de agua en el organismo hace que las membranas que recubren el cerebro (las meninges) pierdan líquido. Al reducirse la cantidad de agua se dilatan los vasos sanguíneos para intentar que nuestro cuerpo recupere el equilibrio y llevar más líquido al cerebro. Esta dilatación produce el terrible dolor de cabeza.